miércoles, 4 de abril de 2012

Él

Eran las 00:30, estaba casi dormida, cuando de repente sentí­ en mi cara el dulce roce de una caricia que hizo transmitirme un sin fin de sentimientos de los mas hermosos que se pueda imaginar. Aquella sensación me hizo sentir la persona más querida y protegida sobre la faz de la tierra. Algo en mi pecho latí­a muy intensamente. Era mi corazón. Aquel fantasma me habí­a confundido con su amada. Debí­a ser el fantasma de un soldado de la Primera Guerra Mundial, muerto en batalla, allá por el año 1914, que dejó destrozado el corazón de una de aquellas preciosas y dulces chicas de la época, vestidas con fino encaje, con el pelo recogido a la nuca.  En cualquier caso, me identificaba personalmente con ella, cada vez que salí­a de casa, sentí­a una gran protección a mi lado,el miedo no era más que un desconocido para mí­. Sabí­a que él me acompañaba a cualquier lugar, y que cuando llegaba la noche, se sentaba en mi cama a mirar mi inocente rostro mientras dormí­a.









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