-Señorita Elizabeth, he luchado en vano y ya no lo soporto más. Estos últimos meses han sido un tormento. Vine a Rossing con la única idea de verla a usted. He luchado contra el sentido común, las espectativas de mi familia, su inferioridad social y mi posición, pero estoy dispuesto a dejarlas a un lado y pedirle que ponga fín a mi agonía.-
-No comprendo.
-La amo. Ardientemente. Por favor, le ruego que acepte mi mano.
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