viernes, 4 de mayo de 2012



Romanticismo, una tendencia a caer en ese sentimiento que hace rotar al mundo, el amor; según los literarios, con cierto incapié en la naturaleza, en la amplitud del alma, en resumen, en la belleza. Un cierto interés por los ideales de la Edad Media les hace defensores de la pureza en la intención.
Para el romántico, el arte es una experiencia de verdad, algo invisible para los ojos, pero que convierte al corazón en un auténtico visionario de los sentimientos. La exaltación del amor y la belleza en sí misma son el motor de este movimiento tan famoso allá por los siglos XVIII y XIX. Para los románticos, la razón no existe, es una mera invención del ser humano para contradecir al corazón. No pretenden imitar la realidad, sino expandirla, crearla. El mundo no sería mundo si no se le hubiera creado una imagen, pues bien, ellos insisten en crear una nueva, dejándose llevar por los impulsos que tan feliz hacen a una persona, dejando a un lado esas racionalidades que tantas veces depositaron en nosotros la más absurda de las decisiones.

La belleza es verdad, la verdad es belleza.” John keats.

Para la mentalidad romántica, “el arte es un reflejo del interior mismo del poeta”.

Para los románticos, la belleza está en lo que no responde a unas reglas determinadas, sino en aquello que diferencia a una persona de otra, su carácter.
Para ellos, todo sentimiento ha de ser liberado.

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