Érase una vez, hace 22 años, en un reino muy lejano, nació una niña que dedicaría su vida a cambiar el color negro del mundo por los colores de la primavera, que amaba la naturaleza, las hadas, las princesas, el amor de verdad, y la BELLEZA de las cosas. Un buen día, mientras se encontraba sentada en medio de una linda pradera, escuchando el sonido del viento y de los pájaros, se preguntó, ¿cómo podría llevar siempre conmigo esta imagen tan bella? entonces se le ocurrió una fantástica idea, decidió tomar todos los elementos de un paisaje para sí. Se acercó a un pequeño arroyo, donde roció su mano con el agua cristalina, y tomó de ella la transparencia de su carácter; su olor, de las flores; su optimismo, del cantar de los pájaros; del contraste entre el cielo y el río, el color de sus ojos; del sol, tomó prestados sus rayos para colorear su cabello de finas hileras de oro; del color verde de la hierba, la esperanza; de la lluvia, cuando llovía, la serenidad; y del amanecer, cogió la ILUSIÓN. Y así intentaría reflejarlo en su mundo y a todos los que supieran escucharla.
martes, 29 de mayo de 2012
viernes, 11 de mayo de 2012
viernes, 4 de mayo de 2012
Romanticismo, una tendencia a caer en
ese sentimiento que hace rotar al mundo, el amor; según los
literarios, con cierto incapié en la naturaleza, en la amplitud del
alma, en resumen, en la belleza. Un cierto interés por los ideales
de la Edad Media les hace defensores de la pureza en la intención.
Para el romántico, el arte es una
experiencia de verdad, algo invisible para los ojos, pero que
convierte al corazón en un auténtico visionario de los
sentimientos. La exaltación del amor y la belleza en sí misma son
el motor de este movimiento tan famoso allá por los siglos XVIII y
XIX. Para los románticos, la razón no existe, es una mera invención
del ser humano para contradecir al corazón. No pretenden imitar la
realidad, sino expandirla, crearla. El mundo no sería mundo si no se
le hubiera creado una imagen, pues bien, ellos insisten en crear una
nueva, dejándose llevar por los impulsos que tan feliz hacen a una
persona, dejando a un lado esas racionalidades que tantas veces
depositaron en nosotros la más absurda de las decisiones.
“La belleza es verdad, la verdad
es belleza.” John keats.
Para la mentalidad romántica, “el
arte es un reflejo del interior mismo del poeta”.
Para los románticos, la belleza está
en lo que no responde a unas reglas determinadas, sino en aquello que
diferencia a una persona de otra, su carácter.
Para ellos, todo sentimiento ha de ser liberado.
Para ellos, todo sentimiento ha de ser liberado.
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